Capítulo 3.- Algo inesperado.
-¡Eh!- me dijo Sabrina, intentando que reaccionara. Salí de mi ensimismamiento y la cogí mi almuerzo de las manos.- ¿Lo has visto?- dijo emocionada.- ¡He hablado con él!
-Sí, todavía no asimilo esto.
-Ni yo, pero ya es un paso ¿no?
-Algo trama.
-¿De verdad tiene que ser algo malo que nos compre el almuerzo?
-¿Son cobrar nada y proviniendo de él? Sí, John no hace nada sin obtener algo a cambio.
-Quizás deberías cambiar esa opinión.
-Prueba a cambiarla tú, no se cuando te darás cuenta de que no es como piensas.
-Nunca, porque sé que él es así.
Decidí no contestarla y ya lo dejé, era inútil discutir con Sabrina sobre aquello.
Al final de las clases descubrimos como John ya había cortado con Iana, pues se la veía llorando en el baño de las chicas, y después de preguntar lo descubrimos. John nunca había pasado tan poco tiempo con alguien, no me podía sorprender, él era así. Aunque nuestras apuestas no fueron exactas, la que más se acercó de las dos fui yo, así que Sabrina me invitaría a tomar algo. Quedamos en el parque, como siempre, y nos fuimos al Starbucks más cercano.
-Dos chocolates calientes.- pidió Sabrina
-¿A nombre de…?
-Sabrina.- dijo
A los pocos minutos los chocolates estuvieron listos y nos quedamos dentro a tomarlos, fuera hacía mucho frio.
-Brindemos.- dijo alzando su vaso.
-¿Por qué?
-Por que estés bien y porque una de las dos sea la próxima novia de John.
-Corrijo: tú, yo no tengo ningún interés, así que te lo dejo a ti entero.- dije chocando mi vaso con el suyo.
Quité la tapa y cogí el chocolate para esparcir más sobre la nata, como a mi me gustaba, con doble de chocolate.
-Por cierto… ¿Desde cuando me llamo yo Sabrina?- dije señalando su nombre puesto en mi vaso.
-Desde hoy.- dijo mientras nos reíamos.- El mío no tiene nombre, peor ya has echado el chocolate así que te quedas con Sabrina.
-Por mi estupendo.
Sabrina por su parte quitó su tapadera y cogió vainilla para probar nuevos sabores. Estábamos esperando a que el chocolate se enfriara un poco porque quemaba la lengua, cuando vimos aparecer a John por la puerta.
-Ideal, no puede dejarnos en paz ni un segundo.
-Calla tonta.- dijo mirando su reflejo en el cristal.
Para mi desgracia, consuelo de Sabrina, nos vino a saludar a nuestra mesa, algo también increíble, y me empecé a pensar lo peor.
-Hola chicas.
-¡Hola!- saludó Sabrina enérgica, yo en cambio no saludé.
-¿Tú no dices nada?- preguntó mirándome.
-No veo porque tengo que decirte algo.
-Porque he llegado.
-¿Y qué? ¿Acaso eres el centro del mundo?- pregunté cabreada levantándome.
-Pues para ti lo debería ser.
-Anda que no te lo tienes creído tú ni nada… ¿Sabes? La verdad es que no vales nada y te crees lo mejor por ir jugando con las chicas. Das asco.
-No, estás muy equivocada. ¿Sabes cual es la verdad?
-Sorpréndeme centro del universo.
-Que te gusto.- en ese momento yo solté una carcajada y me empecé a reír. Entonces él me besó y se me quitó la risa de golpe. Intentó meter su lengua en mi boca y yo se lo impedí como pude. Cogí mis manos, las cerré en puños y empecé a dar golpes en su pecho, pero a pesar de eso, no me dejaba apartarme de su beso. A causa de los puñetazos él pasó sus manos por mi cintura y me atrajo contra él.
Cuando al fin se cansó de no ser correspondido me soltó y se alejó de mí un poco. Yo cogí mi chocolate con la tapadera quitada y se lo arrojé a la cara, todavía estaba ardiendo. Ante eso, él solo se llevó las manos a la cara.
-Me da más pena por desperdiciar el chocolate en alguien como tú que por ti.
-Te arrepentirás.- juró.
-Lo que tú digas…Yo me voy, ¿Sabrina te quedas?- dije mirando dónde ella había estado sentada antes, evidentemente se había ido.
Habíamos estado tan enfrascados en lo nuestro que no nos habíamos dado cuenta de que seguía allí. Seguramente lo hubiera visto todo y por eso se hubiera ido, tal y como había soñado, como me temía, había ocurrido.
Cogí mi bolso y salí de la cafetería en su busca. Supuse que no estaría lejos, pero me equivoqué. Busqué por todos los alrededores pero no la encontré, así que cogí mi móvil, la busqué en la agenda y la llamé. Después de unos cuantos toques saltó el buzón de voz, colgué y la volví a llamar, pero esta vez me colgó. Fui hasta su casa y llamé al portero.
-Hola, soy Lidia, ¿está Sabrina?
-Pues no está, lo siento.
Me fui hasta mi casa pensando en todo lo ocurrido. “¿Por qué no me coges el teléfono Sabrina?” Me preguntaba una y otra vez, pero nunca obtenía respuesta, y sabía que ella tampoco me la daría, solo me quedaba esperar a mañana.
Madre mía que interesante se pone!! Publica pronto por favor!! Jajajaja y avísame :D Me ha encantado mucho!
ResponderEliminarBueno adiós y besos ^^